La magia de la cocina: “El laboratorio, el taller… el centro del hogar”.
Desde el descubrimiento del fuego a nuestros días, la cocina ha pasado por múltiples escenarios desde ser simplemente un fueguito, a una cocina a leña, a vapor, a una cocina de hierro forjado, a ser lo que es hoy: grande, chica, con estanterías, a gas, con corriente eléctrica, con mucho uso, con poco uso y hasta sin estrenar.
Cocinar nunca dejó de ser un arte en sí, la cocina es un laboratorio que permite experimentar todo lo que se considere necesario y cuantas veces se precise. Cuando uno se deja sumergir en su magia es atrapante, desde elegir el menú, hacer las compras, preparar los alimentos, los utensilios, los condimentos y estar ahí con todos los sentidos puestos desde el primer minuto. Siguiendo de cerca cada instante de transformación, la temperatura, el color y el tamaño de la llama, los aromas! No hay nada más lindo que el encuentro de los cinco sentidos con el aroma de la comida que se está preparando. La visualización del paso a paso, estar alerta a los cambios, a los imprevistos porque el alimento no siempre tiene las mismas características, el saber modificar sobre la marcha de forma instintiva... estar ahí, pendiente de los detalles, esto es conexión plena, que todos los sentidos estén presentes en este momento. Esto es cocinar, esto es alimentarse desde el principio, sentir el placer desde la elaboración hasta la degustación. Quien mejor que uno mismo para prepararse sus propios alimentos, quien mejor que uno mismo para elegir de qué forma se quiere algo, después de todo cada uno es responsable de su propia alimentación ¿no?
Comer, alimentarse, nutrirse, es un acto vital pero visto desde la obligación y el deber pierde la magia, visto desde el placer y desde la vivencia es maravilloso. La cocina es un laboratorio que permite aprender desde el primer intento, reafirmar y volver a intentar hasta obtener lo que se busca. También es una invitación abierta a volverse un espacio común de reunión, de un taller como el taller de diseño, armado y construcción de objetos porque cuando se decide trabajar en tribu (tribu entendida como grupo de seres que se acompañan en algún momento de la vida) el trabajo se divide y cada uno se especializa desde su lugar, se comparten saberes y opiniones y se realizan aportes muy significativos... se construye, y el resultado es grato y fructífero para todos.
Te invito a tomar la responsabilidad de prepararte tus alimentos frescos, con mucho amor y con conexión a tus sentidos. Si vivís con otras personas recordá que pueden construir un hermoso taller gastronómico y trabajar en conjunto de forma amorosa y responsable, no tengas en cuenta las edades, todos pueden participar.
Abrazo!
Daniela.