Acerca de las inversiones y los gastos
Invertir conecta con la dedicación de energía, con una o varias direcciones, siempre estamos invirtiendo energía, y siempre esa energía se direcciona a uno u otro lugar, generando un fortalecimiento de ese punto de llegada. Así también se van generando los frutos como resultado de esa inversión. Recordando que la realidad siempre es neutral y que cobra significación solamente cuando uno mismo la procesa, así serán tomados los resultados.
El gasto es una inversión de energía, que a diferencia de la inversión con intención consciente, no genera frutos (ya de por sí, es tomado como un gasto), a menos que lo transformemos en una inversión consciente y tomemos consciencia de la dirección y el destino de esa energía utilizada, pudiendo de esa manera evaluar hacia dónde queremos que vaya, y qué deseamos que nutra y fortalezca. El gasto es una pérdida, una fuga, un montante de energía que se va, y no vuelve en forma de nada, o por lo menos no vuelve en forma de lo que deseamos recibir.
Te invito a que te preguntes:
¿Sentís que haces gastos? ¿Sentís que haces inversiones?
Los gastos generan agotamiento, generan cansancio. Si algo genera cansancio... ¿Te animas a detectar a dónde y en qué situaciones te cansa? ¿Se trata de personas que te generan gastos? ¿Se trata de trabajos que te generan gastos? ¿Se trata de acciones que realizas esperando que algo cambie y nunca cambia?
La buena economía no pasa por cuánto dinero tengas, sino por la toma de consciencia.
Veamos cómo es esto de la nueva forma de administrar las energías. El dinero es una de ellas, pero no es la única.
Primera regla: Si le tenes que pedir a alguien que cambie, estás quitándote poder de acción, y lo estás depositando en algo que esperas que haga otro para que te sientas mejor. ¿No es eso un poco cómodo? "Si me siento mal, es culpa de otro que no hace lo que debe para que yo esté mejor". Si tenes que pedirle a alguien que cambie su forma de ser, para estar feliz, entonces hay un poder que le estás otorgando a una situación y a una persona que la involucran y responsabilizan directamente con TU bienestar, y no solamente eso, sino que TU lugar en TU felicidad es totalmente PASIVO y se reduce a ESPERAR que OTRO haga algo por VOS.
Veamos ahora a dónde está dirigida tu energía, ¿es energía proveniente de una inversión o de un gasto?
Segunda regla: Si hay que forzar una situación, si hay que insistir para que algo suceda, si luego hay que sostener ese algo poniendo mucho de vos... Entonces por allí no es.
Esto es válido para relaciones de amistad, de pareja, de familia, de trabajo.
Forzar situaciones genera estar en lugares ásperos, sacrificados, no fluídos. Si algo no fluye, por allí no es. Otra vez, volvemos a las expectativas. Esperas reconocimiento de seres que nunca lo hacen? de seres que no registran tus obras o acciones del modo en el que esperas? Si estás haciendo cosas con la intención de recibir específicamente un reconocimiento externo a cambio de lo que diste, entonces esa forma de dar, merece ser revisada de un modo consciente.
La primera persona que debe registrar, mirar, considerar y reconocer las obras es uno mismo. Sino el valor de las mismas estará siempre sujeto a las miradas de afuera, esperando que una de esas miradas le otorgue la confianza y el poder.
Si la mayoría de las inversiones de energía estar dirigidas a que un agente externo reconozca tus labores, entonces estás generando gastos.
Tercera regla: Si me vuelvo indispensable en una organización o sistema familiar o lugar de trabajo, entonces hay algo que no está funcionando de un modo fructífero. Me vuelvo necesario, indispensable y sin mí las cosas no funcionan....
Cuando se sostienen muchas cosas por cuenta propia en un sistema en donde la insistencia para que se hagan es moneda corriente, en un sistema en donde todo lo tengo que hacer yo... Estoy registrando agotamiento? Enojo? Angustia? Y si luego, me voy o me retiro o me enfermo y tengo que necesariamente retirarme de ese entorno, sigue funcionando de la misma manera?
Muchas veces por diversos motivos, en los lugares de trabajo, en grupos de amistades, o en relaciones de familia o pareja, hay personas que todo lo quieren sostener, que se acostumbran a cargar con más responsabilidades de las que podrían cargar. Generando así relaciones en donde se vuelven necesarias para otros. Una persona "necesitadora" de "necesitadxs". En esos esquemas vinculares por lo general de parte de los que "necesitan" hay interiormente una tendencia a confiar mucho, pero en otros, no en sí mismo. No puede ya hablarse de falta de confianza, sino que esa confianza fue dirigida a otro que no es sí mismo. No puede ya hablarse de falta como usualmente se acostumbra, porque de algún modo la confianza se hace presente y se otorga a otros, y para ese ser que confía en otro, no habrá falta hasta que problematice y cuestione lo que sucede con la confianza en sí mismo.
"Si yo me hago cargo de mis tareas y de funciones que no me corresponden, del otro lado, habrá personas que inconscientemente habrán desplazado sus responsabilidades en mí" "De mí dependen, mi culpa será si no hago las cosas como correspondan, tendré muchas cargas encima"
Y en medio de todos esos mensajes entre líneas esperaré que alguien se dé cuenta de mi agotamiento, de mi cansancio, de mis necesidades. Esperando a la vez que venga alguien a "salvarme" y me diga que lo hace todo por mí.
¿Y si lo dejo de hacer? ¿Y si no hago nada? ¿Se darán cuenta de que lo tienen que hacer?
El miedo opera camuflado en las viejas costumbres, y muchas veces se vuelve tan fuerte que nos detiene y no nos permite salirnos de ese lugar... El lugar de siempre.
Cuánto más cosas hagamos por los demás, menos cosas haremos por nosotros mismos. Cuánto menos cosas hacemos por nosotros mismos, más responsabilidades otorgamos a los demás referidas a nosotros, más lugar ocuparán las opiniones externas, tanto así que cuando nos encontremos en solitario necesitando decidir, aparecerá la duda, la duda que conducirá directamente a preguntarle a los otros acerca de lo que deberíamos o no hacer. Es que llevamos tanto ocupándonos de otros que resulta complejo comunicarse con lo hay genuinamente adentro.
Cabe aclarar que esto no es una invitación a dejar de ser de una u otra forma, sino de poder tomar consciencia acerca de las actitudes y elecciones que en lo cotidiano generamos y ejecutamos que muchas veces nos generan malestar. Ahora con estas reglas, ¿te animas a decidir a dónde querés invertir tu energía?
¡A seguir construyendo! ¡Hasta la próxima!
Ps. Camila Verónica Pérez